Los retratos por encargo han sido algo común a todas las épocas. Representar los rostros en la pintura ha formado parte de la evolución de la historia del arte. Los retratos por encargo han ayudado a hacernos una idea de cómo eran los rasgos distintivos de cada época en cuanto riqueza, poder, y estatus social. Gracias al encargo de algún mecenas, tú puedes disfrutar de algunas de las obras más importantes.
Algunos de los retratos por encargo más famosos
En el Museo del Prado puedes observar no solo el retrato, sino uno de los cuadros más famosos de la historia. Las Meninas de Velázquez fue terminado en el año 1656 durante el reinado de Felipe IV. El encargo del rey era un retrato de la infanta Margarita de Austria, en cuya ejecución Velázquez puso toda su habilidad, creando un enigma técnico que aún perdura.
Otra de las obras más enigmáticas y famosas es el Retrato de Lisa Gherardini. Su esposo, Francesco del Giocondo encargó a Leonardo da Vinci que retratase a su mujer. Una obra que ha dejado múltiples interrogantes desde 1519 y millones de visitas anuales al Louvre para ver a uno de los mejores exponentes del sfumato.
Las Meninas tiene cierto paralelismo con la obra del pintor flamenco Jan van Eyck, el Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa (1434), donde el uso del espejo es de notable pericia. Encargado por el marido, es uno de los primeros retratos por encargo no eclesiásticos que se conservan.
El poder económico de la Iglesia facilitó el desarrollo de la pintura. Dos ejemplos dignos de destacar y encargados directamente a los pintores son El Cardenal de Rafael (1510) o el Retrato de Inocencio X (1650) del propio Velázquez, donde el papa, que sabía de su maestría, quiso posar para él.
Los retratos por encargo son fuente primordial del arte y uno de los indicadores de las características de una sociedad.